La Caja Borracha de Poesía Abierta

Poesía abierta significa conmoción. Semánticamente, está cerca de alguna definición pretendida de arte, pero no aspira a la vanidad de tal término. Poesía abierta es distracción sublime, es aservo de manifestaciones de insatisfacción, es expresión estética inscrita en linderos amplios del juicio sobre lo bello.
¿Qué se saca de una Caja Borracha de tal cosa? Haga usted la prueba, que lo ácido no va a pelarle la mano, que de pronto sí el ojo, y si nuestros humildes girones llegan a feliz efecto, el espíritu.
Bienvenidos. 713

Cumpleaños nº 20

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La mañana que cumplía 20 años
ese que soy yo amaneció de 40.

Sus manos estaban rellenas de cansancio
lo cubría un abrigo de células muertas
nublaban su vista cataratas hijas de un sol no observado.

Afuera un rayo, al igual que antes
partía el cielo en dos abismos.
La lluvia todavía olía a nulidad
la ciudad aun vestía ese traje gris.

Sentía el cansancio de dos malas vidas
como si dos coros cantaran su réquiem
sentía por dos la somnolencia de la rutina
como dos le pesaba el recuerdo del amor
experimentaba nauseas gemelas por el tiempo consumado.

No repitió para sí que era imposible
ni lloró siquiera un compás para aliviarse
ni se vio afligido frente al espejo,
tal vez fuera la indiferencia el único encanto posible.

Una sonrisa tímida alzó la mano en su rostro
cuando pensó que quizá al otro día,
por qué no habría de repetirse el paso,
amanecería de ochenta;
entonces la patasola sería una mesa con piernas humanas
habría una cuchilla burlona en cada esquina del cuarto
serían dentro de sí dos bestias y dos hombres
y el cielo sería cuatro planos de estrellas soslayadas.
La tarde del día que cumplía 20 años
ese que soy yo decidió no arriesgarse a un amanecer más.

El escapulario de la abuela

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Entonces, por la virgen y todos los santos, jurame Fabían que no vas a hacer el mal a nadie. Y le colocó el escapulario, cortico para que no pudiera sacarlo sin soltarlo y anudado con la fuerza de siete décadas amasando. Fabían asintió como se asiente mecánicamente para quien hace de madre. Sin embargo, salía de la casa para subyugar el mundo, y no estaba entre sus planes hacerlo por las buenas. La primera vez que robó apareció bajo el escapulario un pequeño sarpullido, y así cada vez que repitió la faena. La primera vez que mató sintió que el escapulario le quemó, y cada vez que lo hizo de nuevo se acrecentaba el ardor. Así, harto ya de la molestia lo suficiente como para profanar la memoria de su abuela, trató de quitarse el escapulario de un tirón, y su cabeza cayó sobre las piernas de la pequeña que sollozaba con la ropa rasgada en frente suyo.