No entiendo lo que quieren decir. Se me ocurre que puede ser como vestirse de negro, pues mi abuela y mi mamá y mis tías vienen vestidas de negro y me vistieron de negro a mí. Adentro del cajón me dicen que está el cuerpo del tío. ¿Qué le va a pasar? Mi mamá me dijo que los gusanos se lo van a comer, pero que él no va a sentir dolor. Eso no puede ser cierto. La única explicación es que lo que está en el cajón no es él, porque entonces le dolería.
Pero yo corrí y me asomé saltando mientras el padre hablaba y la gente lloraba, y en efecto era mi tío Jairo. Ahí está dentro con sus bigotes menuditos medio canosos, que se hacen para los lados cuando se ríe. La gente se debe sentir muy contenta cuando el tío se ríe y mira por el espejo para atrás mientras les pone conversa. El tío Jairo es un maestro para poner conversa, y la gente siempre termina contándole sus cosas. A mí me gusta oírlo hablar con las personas en el taxi, porque así aprendo palabras. A veces la gente no se monta porque yo voy ahí, como si tres quedaran muy estrechos atrás o mi tío y yo les fuéramos a dañar el rato. Cosas que uno no entiende, como esto que me dicen, que mi tío no va a sonreir más: le he contado a mi mamá lo que pienso del bigote del tío, y se ha soltado a llorar con más ganas de las que tenían antes. Las salas de velación –así me dijo mi tía Marta que se llamaban estos sitios- deben ser como guarderías para adultos.
Yo me acuerdo que en la guardería era antes como acá. ¡Como hemos cambiado los niños desde Enero hasta aquí! Antes llorábamos por todo y le hacíamos el rato difícil a la profe. Yo veo que El Padre es como el profe de esta guardería, porque anda por aquí y por allá entregando consuelo. Sin embargo, algo pasa, porque la gente no se pone contenta. Una de dos: o el padre no es buen profe, o los adultos son niños muy resabiados. En todo caso, yo por ejemplo el primer día de guardería no me quise salir del salón, y solo con un vaso de Milo me pudieron calmar, porque yo tomo Milo mientras veo las novelas con mi mamá y mi tía. Le he dicho a Alicia la de mi tío Jairo que tome Milo en vez de tinto a ver si se anima, y también se ha largado a llorar con más fuerza.