La Caja Borracha de Poesía Abierta

Poesía abierta significa conmoción. Semánticamente, está cerca de alguna definición pretendida de arte, pero no aspira a la vanidad de tal término. Poesía abierta es distracción sublime, es aservo de manifestaciones de insatisfacción, es expresión estética inscrita en linderos amplios del juicio sobre lo bello.
¿Qué se saca de una Caja Borracha de tal cosa? Haga usted la prueba, que lo ácido no va a pelarle la mano, que de pronto sí el ojo, y si nuestros humildes girones llegan a feliz efecto, el espíritu.
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"El arte no tiene que ver con la moral"

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Debora Arango. Fotografìa de Gabriel Carvajal.1946

Domingo por la mañana. La ciudad comienza a reponerse de su bacanal nocturno. Adentro en la gran catedral el sumo sacerdote santifica el nuevo día con un sermón inquisidor, las señoras de bien con sus collares y trajes de Junín cumplen al pie de la letra la penitencia. Afuera las aceras son cama para aquellos que se las arreglan con la resaca, las prostitutas dibujan sus labios de rojo rubí en el espejo que guardan en sus pechos, los músicos afinan su voz aguardentosa, y los exiliados bajan de la montaña en romería a resguardar sus sombras del atardecer de plomo. Son dos ciudades las que se levantan ante los ojos del libertador de bronce, bella es Medellín con sus eternas contradicciones, son sus calles paso de procesiones aromatizadas con aguardiente. Una mujer retrataría esa sórdida belleza, la eterna primavera de flores secas. Con gran valor plasmo su vida sabiendo las consecuencias que ese pincel iracundo traería.



"El obispo o La procesion" Acuarela, 1941 y "La lucha del destino" Oleo sobre lienzo,1942

Débora Arango, nuestra pintora expresionista, nace en Medellín en 1907 Formada en el instituto de bellas artes de Medellín, la escuela de bellas artes de México y en Londres. Alumna de Eladio Vélez, de el aprendería la técnica del retrato, aunque su espíritu libre la hiso desistir de tomar el monolítico y ortodoxo camino de la academia. Acude a Pedro Nel Gómez y de ahí en adelante su mirada se vuelve aguda y expresiva. Gana la exposición organizada por los amigos del arte llevada a cabo en el club unión de Medellín en 1939. Bogotá, Cali, Madrid entre otras ciudades veían como su pudor se hacía añicos al contemplar los enormes desnudos femeninos pintados en acuarela. Las miradas inquisidoras nuevamente incendiarían con su furia la obra de una artista que asumió con valentía plasmar su sensibilidad. Censurada en Colombia por los conservadores, Laureano Gómez, aclamado por los viejos que empuñan una camándula azul en la banca de un parque como el “gran ideólogo del partido conservador” considero su obra como un insulto al buen gusto. Sorprende la ironía de las palabras del ex presidente quien con su radical discurso convertiría los campos de Colombia en un escenario poco apacible para el más refinado de los observadores. El clero tampoco se quedo atrás en su afán de hacer nuevas quemas públicas y solicito la excomunión de la artista. Incluso algunos intelectuales y la sociedad en general miraban con recelo el hecho de que una mujer pintara desnudos. A todo esto Débora tomo aliento para decir en sus lienzos, acuarelas y dibujos “el arte no tiene que ver con la moral”.












"Montañas" Acuarela, 1940

Descansa la mujer y las montañas contornean su silueta. En su rostro y piel la incertidumbre matiza esa franca belleza. Tanto en sus desnudos como retratos se percibe una atmosfera dramática y tensionante. En la obra de Débora Arango no se idealiza al modelo, las mujeres pintadas por ella son carentes de esa belleza decimonica propugnada por lo que se considero “la escuela nacional” en Colombia. Así mismo los hombres y mujeres que posaron para ella no son pintados con laurel, son por el contrario una conversación amena y sincera entre artista y modelo. Su paleta de colores fuertes permite dar con el paradero de una personalidad aguerrida, que trata de sobrevivir a la turbulencia del atraso. Es de resaltar también el intimismo y el dolor como hilos conductores de su obra. Al mismo tiempo ella pone en tela de juicio esa particularidad de algunos de nuestros líderes o ilustrados de mirar a vuelo de pájaro nuestro diario fluir. “tapando el sol con una mano” como diría mi abuela sentada en el jardín de plataneras de su amado Tamesis.su color y trazo no es épico, no hay una oda a los héroes ni mucho menos un alago benevolente a los padres de la patria. Por el contrario el obrero, el campesino exiliado, la prostituta, los amantes despidiéndose con lagrimas antes de partir al cuartel, la loca que baila con las sombras luciendo su flamante vestido, la junta militar devorándose el gran banquete de la república, los trenes abarrotados de cuerpos inertes, monjas claustrofóbicas escuchando el canto del pájaro rojo, un llanto desgarrador en la cárcel y la parca comandando el desfile ceremonial , cantan a unisonó un himno de protesta contra la indiferencia, nos narran esa historia que nos ocultaron de niños y ya viejos seguiremos sin descubrir sus enigmas. Esa es Débora, es esa su percepción, es ella la retratista de una Medellín cruda, honesta y marginal, esa que no sale en postales que compran los turistas al descender de su avión de panaceas. Es también el retrato de un ser atormentado y convulsionado nacido en una patria en decadencia que aun hoy entona un himno en un palacio de mármol cuando afuera de el lloran lagrimas de cenizas nuestras calles.

    











"Esquizofrenia en la carcel", Oleo sobre lienzo. "La salida de Laureano", Acuarela

Condenada al ostracismo, Débora se encerró en su casa blanca de Envigado a mirar por la ventana ese eterno desfile. Ya pasados los años diferentes instituciones valoraran su legado, un poco tarde pensaría uno, aunque también justo porque se reconoció no solo a la mujer, sino también a la artista que hiso memoria de un país desquebrajado como el florero que le dio la “libertad”. Esta gran mujer ve pasar sus días hasta una tarde dominguera del 2005. Seguirán dibujándose en la montaña un rostro y unas manos desnudas, seguirán dibujándose en las calles un llanto de aguardiente, seguirán dibujándose en los pasillos un placer diáfano. Seguirá gritando esta ciudad después de la misa dominical.















 "Bailarina en descanso" Oleo sobre lienzo

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