La Caja Borracha de Poesía Abierta

Poesía abierta significa conmoción. Semánticamente, está cerca de alguna definición pretendida de arte, pero no aspira a la vanidad de tal término. Poesía abierta es distracción sublime, es aservo de manifestaciones de insatisfacción, es expresión estética inscrita en linderos amplios del juicio sobre lo bello.
¿Qué se saca de una Caja Borracha de tal cosa? Haga usted la prueba, que lo ácido no va a pelarle la mano, que de pronto sí el ojo, y si nuestros humildes girones llegan a feliz efecto, el espíritu.
Bienvenidos. 713

Morirse

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No entiendo lo que quieren decir. Se me ocurre que puede ser como vestirse de negro, pues mi abuela y mi mamá y mis tías vienen vestidas de negro y me vistieron de negro a mí. Adentro del cajón me dicen que está el cuerpo del tío. ¿Qué le va a pasar? Mi mamá me dijo que los gusanos se lo van a comer, pero que él no va a sentir dolor. Eso no puede ser cierto. La única explicación es que lo que está en el cajón no es él, porque entonces le dolería.

Pero yo corrí y me asomé saltando mientras el padre hablaba y la gente lloraba, y en efecto era mi tío Jairo. Ahí está dentro con sus bigotes menuditos medio canosos, que se hacen para los lados cuando se ríe. La gente se debe sentir muy contenta cuando el tío se ríe y mira por el espejo para atrás mientras les pone conversa. El tío Jairo es un maestro para poner conversa, y la gente siempre termina contándole sus cosas. A mí me gusta oírlo hablar con las personas en el taxi, porque así aprendo palabras. A veces la gente no se monta porque yo voy ahí, como si tres quedaran muy estrechos atrás o mi tío y yo les fuéramos a dañar el rato. Cosas que uno no entiende, como esto que me dicen, que mi tío no va a sonreir más: le he contado a mi mamá lo que pienso del bigote del tío, y se ha soltado a llorar con más ganas de las que tenían antes. Las salas de velación –así me dijo mi tía Marta que se llamaban estos sitios- deben ser como guarderías para adultos.

Yo me acuerdo que en la guardería era antes como acá. ¡Como hemos cambiado los niños desde Enero hasta aquí! Antes llorábamos por todo y le hacíamos el rato difícil a la profe. Yo veo que El Padre es como el profe de esta guardería, porque anda por aquí y por allá entregando consuelo. Sin embargo, algo pasa, porque la gente no se pone contenta. Una de dos: o el padre no es buen profe, o los adultos son niños muy resabiados. En todo caso, yo por ejemplo el primer día de guardería no me quise salir del salón, y solo con un vaso de Milo me pudieron calmar, porque yo tomo Milo mientras veo las novelas con mi mamá y mi tía. Le he dicho a Alicia la de mi tío Jairo que tome Milo en vez de tinto a ver si se anima, y también se ha largado a llorar con más fuerza.

Entonces lo de morirse debe ser serio, porque Alicia casi nunca llora. Me acuerdo que un día mi tío Jairo había tomado aguardiente, osea que estaba estúpido –así me lo explicó Alicia- y llegó a ponerle problema a Alicia que porque el de la tienda era demasiaaaado amable con ella. Ella ahí mismo se puso a llorar, y él se puso a llorar con ella, y yo que pasaba para el baño me puse a llorar con los dos, que se pusieron a llorar con más fuerza… a los adultos hay veces las cosas bonitas en vez de contentarlos los hacen llorar. Pero por más serio que sea yo creo que no lo entienden bien, porque ¿cómo es que no le va a doler a mi tío?

Alicia y mi mamá hoy están demasiado resabiadas, entonces le pregunto a mi primo Diego que es el que más sabe cosas. Diego me dice que ya no voy a montar más en el taxi con mi tío Jairo, y que a él también le duele, pero que no tenemos que ponernos más tristes de la cuenta, porque al tío también se le habían muerto sus tíos y sin embargo montaba dichosamente en taxi con nosotros. Luego de un ratito de silencio en que sonríe mientras las lágrimas parecen hirviendo en sus ojos, me dice que así es la vida, que uno se muere así como las cosas siguen la curvatura del espacio tiempo cuando caen y que por eso se caen, y que nuestro cuerpo tiene millooooones de procesos que no son para siempre, y que cuando morimos dejamos espacio para los que vienen a conversar con otros que vendrán.

Me molesta la idea de no volver a jugar con mi Tío Jairo a que le quito sus dientes de mentiras que tiene por no cepillarse cuando niño, me molesta que Alicia se quede sola, me reúso a moverme de esta baldosa, y empiezo a gritar y a llorar y ahora sí que todos en la sala gritan y lloran con más fuerza, entonces en un instante corro y abrazo el cajón y grito, y me seco de llorar… Cuando ya estoy respirando más normal me quedo callado como si hubiera hecho algo malo. Pero no he hecho nada, entonces no se porque me siento regañado. Diego dice que la vida lo regaña a uno, que no hay que preocuparse por entender las formas en que eso pasa. Yo me siento como si la vida con todos sus pájaros y árboles y nubes y carros y aviones me hubiera gritado, entonces aquí no hay pérdida: todo en la vida me está regañando por la muerte de mi tío.

Diego dice que es cierto que no le va a doler lo de los gusanos, porque el cuerpo ya no tiene la llama que encendió en el principio los nervios que permiten el dolor. Entonces mi Tío se extinguió junto con esa llama. Yo no he visto nunca una candelada y mucho menos una vela que no se apaguen tarde o temprano, entonces me temo que también voy a morirme. Mientras el cajón entra en el hueco, yo siento dos manos arañándome el estómago. Diego dice que así se siente el cuerpo cuando uno está muy triste.

*

Luego del entierro he pensando mucho en morirse. Mi mamá y Alicia me regañaron por intentar morirme. La primera vez me metí debajo de la cama y me tapé los ojos y los oídos, porque Daniel me dijo en la guardería que morirse era estar en una oscuridad más oscura que la de la pieza donde guardan los balones y las traperas. Después de eso me explicaron que luego de morirse uno no podía hacer nada más, entonces yo no podía estar muerto. Yo le encontré sentido a eso, porque si no mi tío Jairo estaría muy aburrido allá abajo. A él le gustaba verse los partidos del Medellín y decir groserías, así que no se aguantaría las ganas de hacer algo si pudiera hacerlo, y lo que haría sería ver futbol mientras yo lo merodeo para quitarle los dientes. Ya me ha tocado verme 17 partidos del Rojo a mí solo, porque Camilo viene a que nos veamos los partidos, pero a él le gusta más jugar entonces se pone a hacer paradas en el corredor mientras yo veo el partido.

Después de ese primer intento no he intentando más morirme, y creo que no lo voy a intentar, porque ¿para qué si luego no puedo hacer nada? Aquí por lo menos me voy amañando otra vez, y cada rato que estoy pensando en el cajón bajando al hoyo, aparecen los bigotes de mi tío Jairo y me pongo contento a hacer tareas. Soy casi un genio diciendo el abecedario, y quiero aprender a leer para ver si es verdad que uno leyendo solo se entretiene más –eso me dijo Diego-. Cómo le hubiera gustado a mi tío Jairo verme leer, yo le hubiera podido leer un libro porque a él leer le daba mucha pereza entonces prefería la televisión. A mí me gustan las dos cosas, aunque todavía no se leer.

Mi tío me hace falta, y va a ser muy triste en el futuro abandonar a mis futuros sobrinos los hijos de mis hermanitas. De pronto voy a ser piloto de avión y los voy a montar en la cabina del avión y les voy a poner conversa a los pasajeros. Y luego me muero y ellos se quedan para vivir mientras se mueren.

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